Los cambios son incómodos para todos porque nos traen una cierta incertidumbre y con ella muchas veces viene de la mano la dichosa ansiedad. Pero el cambio en sí está presente siempre, la naturaleza nos lo muestra a diario con el cambio del tiempo y temperaturas. El cambio de las estaciones, el cambio de las fases lunares, incluso el sol cambia de estado en tan sólo 12 horas. El cambio es una constante; quizás sea la única constante en nuestra vida.
No es el cambio en si el problema, sino cómo lo gestionamos. Durante un tiempo tuve aversión a los cambios, quizás por el hecho de necesitar que las cosas dejasen de cambiar durante un tiempo, necesidad a una estabilidad. Hasta que di con el yoga.
El yoga me ha ayudado a fluir con los cambios, a aprender a respirar en el momento más incomodo y a saber que en la vida, igual que en cualquier postura de yoga, todo pasa. Es un momento de incomodidad, pero pasa. Y para que pase lo mejor posible, hay que concentrarse en algo. En yoga fijamos nuestra atención en nuestra respiración, en cómo el aire entra y sale por las fosas nasales. Cuando estamos en asana dirigimos nuestra mirada hacia un punto (Drishti). Al dirigir la atención a la respiración y a nuestro cuerpo físico conseguimos un estado de concentración que nos permite adientrar nuestra mirada en nuestro interior para entender qué es lo que está pasando dentro a nivel emocional.
Entonces cómo gestionamos los cambios? Pues sintiendolos. Sintiendo el cambio, sintiendo lo que el cambio genera en nosotros. Miedo? Rabia? Dolor? Los cambios hacen florecer en nosotros estados emocionales no resueltos y son el medio para conseguir evolucionar. Muchas veces nos oponemos a un cambio porque significa dejar de sostener algo que no tenía base o que sabemos que no nos hace bien, pero por comodidad hemos seguirdo permitiendolo.
Cuanto de esa resistencia es autoengaño? Cuánto de esa resistencia es comodidad y pereza? Es más fácil que el resto del mundo se adapte a nosotros para que nosotros podamos esquivar un cambio? Es eso posible? Lo es hasta un cierto punto, porque eso lo único que hace es retrasar la llegada del cambio. Contra más resistencia pongas, más te costará gestionarlo.
Así que ríndete al cambio, es el proceso natural. Ríndete a él y llora si hace falta. Llora todo lo que tengas que llorar. Liberate de esa resistencia. Suelta y respira. Piensa que todo cambio es para mejor, el universo esta de tu lado y te apoya. Cuando le pierdes el miedo al cambio es cuando suceden cosas maravillosas.
Namasté.